miércoles, 28 de septiembre de 2011

Médico Juan Carlos Salamanca, DENUNCIA QUE SUPERBACTERIA MATO A JOE ARROYO





Un médico colombiano que se fue del país cansado de que nadie lo escuche, denunció que las autoridades de salud de la Costa Caribe no están haciendo lo suficiente para detener un flagelo que afecta a miles de personas todos los días.


Se trata de la infección intrahospitalaria con bacterias que, por negligencia y falta de recursos, se han vuelto resistentes a los antibióticos y hoy pueden ser letales para personas sanas.

“Por ejemplo, una señora llega al hospital porque se le bajó el azúcar y se desmayó en la calle. Allá le aplican suero y la canalizan sin tener en cuenta la asepsia adecuada. A los 2 días regresa y se le descubre una neumonía. Días más tarde muere porque nadie sabe cuál es el tratamiento para salvarla”, explica Juan Carlos Salamanca Bayena, en su casa en Buenos Aires.


El tema cobró vigencia a propósito de la revelación sobre una superbacteria que habría sido la causante de la muerte del cantautor Joe Arroyo en una clínica privada de Barranquilla.


Este ejemplo –continúa– combina dos graves problemas que se están presentando a diario en la Costa: la falta de higiene en los hospitales y la proliferación de bacterias multi-resistentes a los antibióticos.

Según las estadísticas, más del 50% de las bacterias que se presentan en los hospitales de la ciudad de Barranquilla son resistentes a la meticilina, un antibiótico más efectivo que reemplazó a la penicilina. El problema es peor: no existen estadísticas creíbles que permitan a los infectólogos detectar cuáles son los antibióticos para curar a los pacientes con infecciones mutantes.


“En Estados Unidos o en Canadá, donde cuentan con la tecnología y la capacitación adecuada, se obtienen las estadísticas y logran un cambio. Nosotros, por falta de estadísticas y de estudios serios, empezamos a utilizar antibióticos que, por no saber lo que estamos atacando exactamente, contribuyen a la creación de cepas más resistentes cada día”, dice.


En Argentina cursa una especialización en infectología y luego regresará para trabajar en esta problemática de salud. “Si la señora que llegó al hospital por un desmayo  o Joe Arroyo  que no tenía la bacteria en su organismo hubiese recibido el antibiótico adecuado, se podría haber salvado. Y la única forma de lograrlo es que el hospital cuente con estadísticas creíbles que le permitan identificar la bacteria que le causó la neumonía”.

Asegura que identificar la bacteria puede hacerse casi en forma rutinaria. Se trata del estafilococo áureo. Esta bacteria ha estado mutando por el mal uso de los antibióticos, y ahora el 50 por ciento de las personas infectadas son portadoras de bacterias que no pueden ser tratadas con la meticilina, que es como tradicionalmente se podían combatir.


“Es un problema mundial por el continuo mal uso de los antibióticos,” dice Iván Zuluaga de León, director científico de la Sociedad de Infectólogos de la Costa Atlántica.

“El estafilococo es una bacteria muy agresiva. Lo primero que hace una bacteria cuando se inicia un antibiótico es buscar cómo defenderse. Las bacterias tienen más de 4.000 millones de años, llegaron primero que nosotros aquí, entonces tienen más mecanismos para sobrevivir que nosotros. Cuando el hombre aplica un antibiótico, la bacteria dispara un mecanismo de resistencia, así que a medida que van saliendo los antibióticos, las bacterias van cambiando y mutando.”

Salamanca, quien ha trabajado con Zuluaga, difiere en varios aspectos con su colega. Cree que el problema es más grave de lo que se está reportando, no solo por las infecciones intrahospitalarias sino por la falta de mecanismos de investigación que permitan identificar los tipos de resistencias de cada cepa del estafilococo.

“Por los recortes en los presupuestos y los efectuados en el sistema de salud también se ha afectado el estudio de materiales de cultivo y tipificación genética, que permiten identificar las bacterias”, dice Salamanca, quien además advierte sobre la falta de un plan a nivel gubernamental que obligue a los hospitales a llevar estadísticas serias y confiables para tener una idea de cuáles cepas son las más prevalentes y poder atacarlas con los antibióticos adecuados.

A esto, Zuluaga responde que lo que afirma Salamanca es cierto. “Sabemos que el problema es alarmante, pero no es que no se está haciendo nada. En los hospitales y clínicas han integrado comités de infecciones e incentivan la vigilancia, y control para el uso correcto de antibióticos.”

Para Salamanca es urgente frenar el uso de antibióticos ‘recetados’ por la vecina o el farmaceuta sin haber consultado al médico.

“Estamos usando los antibióticos en una manera inadecuada”, añade Zuluaga, “ o sea, se le está dando medicamento a las personas que no tienen infecciones, se le aplica antibiótico a muchas gripas que no se manejan con antibióticos y entonces las bacterias que conviven con nosotros hacen la resistencia.

¿Entonces qué es lo correcto para hacer? Que haya un buen concepto para que un médico diga qué paciente amerita un antibiótico. Y una vez recetado el antibiótico estar seguro que se tomó el cultivo y que cuando el cultivo venga a las 48 horas saber que el antibiótico que se le puso es el adecuado para esa bacteria.”

Insiste que sin estadísticas es imposible saber la magnitud del problema y advierte que algunas EPS podrían perjudicarse si es que se revelan los números reales.

“A muchas EPS no les convendría hacer una estadística confiable, investigar en este sentido, si tenemos una bacteria más prevalente eso implicaría pasar a una segunda fase y tener que administrar una droga que es mucho más costosa”. Y agregó: “Hay también una negligencia pasiva, no se están haciendo las cosas porque la gente sencillamente desconoce el problema”.

Zuluaga defiende a las empresas de seguro de salud y a los hospitales: “Yo les digo siempre a los dueños de clínica, el antibiótico más costoso es el que no sirve, nada hace una clínica poniendo un antibiótico que no sirve porque esto es una cosa letal, mata un paciente en 48 horas en caso que no le pongas el antibiótico correcto”.

La Organización Mundial de la Salud advierte que este problema es grave y que si no se controla podría traer consecuencias alarmantes. Colombia tiene planeado crear un organismo para el 2012 destinado a controlar y llevar estadísticas de esta epidemia fantasma.

Mientras tanto los expertos dicen que sí se pueden tomar medidas importantes para detener lo más posible su proliferación en la Costa Caribe: exigir que los médicos o enfermeras se laven las manos con alcohol glicerinado entre paciente y paciente, no automedicarse por ahorrarse la visita al médico o por creer que todas las infecciones son iguales y que las farmacias solo vendan antibióticos con recetario médico. Si estas medidas se adoptan, la cantidad de bacteria resistente a los antibióticos bajaría notablemente.

Por Pablo Padula
Especial para EL HERALDO









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