domingo, 20 de junio de 2010

Montaña que se Mueve en Bogotá

La montaña se tragó 15 barrios en Bogotá, el terreno se desplaza un milímetro por día, el cerro Altos de la Estancia.

Desde hace 12 años este cerro no para de moverse, se mueve un milímetro al día y que en los últimos cinco años se ha tragado, literalmente, 15 de los 28 barrios que estaban en sus laderas.

Es el cerro de Altos de la Estancia, enclavado en la localidad de Ciudad Bolívar, en límites con el municipio de Soacha. Comenzó a moverse hace 12 años y no ha parado.

Son 110 hectáreas de las que desaparecieron casi cuatro mil viviendas, calles, avenidas y redes de servicios, por las grietas que se han abierto desde las entrañas de la montaña.

Los expertos no dudan en calificarlo como el movimiento de tierra en masa más grande de América Latina.

Por eso, desde el 2000 fue declarada como zona de alto riesgo y es monitoreada por la Dirección de Prevención y Atención de Emergencias (Dpae), con equipos electrónicos, que permiten detectar los movimientos del terreno.

Según el ingeniero Germán Barreto Arciniegas, responsable del proyecto Altos de la Estancia, gracias a esa vigilancia es que se ha detectado que "el movimiento es activo, continuo y dinámico".

Significa que la que se mueve es toda la montaña y que cada vez alcanza a más predios y barrios, como lo demuestran las cifras: en el 2000, sólo había 1.165 predios en peligro; en el 2004, la cifra subió a 4.752; hoy va en 5.401 y hay más de mil en observación.

A simple vista no se percibe el movimiento, pero al menos cuatro grandes sacudones, en 1998, 2000, 2004 y 2008, les pusieron en evidencia a los habitantes, hoy reubicados en otras zonas de la ciudad, que la montaña se está deslizando en serio.

El origen del movimiento

Que esta montaña se haya desestabilizado, al punto de no parar de moverse, es culpa, en primer lugar, de los explotadores de canteras, que extrajeron material de la base de la montaña durante 30 años y después la abandonaron sin recomponer y reforestar el cerro.

También es responsabilidad de más de 60 mil personas que entre los años 80 y 90 del siglo pasado poblaron la montaña, desviaron el curso de las quebradas, cuando no las taponaron, y botaron en el cerro las aguas residuales.

Los técnicos dicen que, por su conformación geológica, con materiales mixtos, unos de roca dura y otros que se vuelven como jabón con el agua, el cerro tiene una predisposición a moverse.
Pero, la mano del hombre fue el detonante, en un proceso que se gestó durante 50 años hasta que se volvió irreversible.

El cerro no dejará de moverse solo. Para estabilizarlo, y evitar que otros barrios desaparezcan, hay que intentar devolverlo a su estado natural, aunque las 110 hectáreas afectadas jamás podrán volver a ser utilizadas como vivienda, industria o comercio. Ni siquiera como sitios de parqueo.

La primera acción fue quitarle de encima el peso de más de 4 mil viviendas con sus familias y taponar las redes de alcantarillado para eliminar las aguas residuales.

Hoy, el área desocupada está delimitada con alambres de púas y con vallas que advierten del riesgo. Así mismo, el Distrito realiza jornadas permanentes para recoger basuras y escombros que los residentes de la zona arrojan en las quebradas.

De aquí en adelante siguen obras hidráulicas, que cuestan más de 130 mil millones de pesos, y que deben ejecutarse por etapas.

Después de estabilizarlo, hay que reforestarlo y, ahí sí, pensar en convertirlo en un gran parque de recreación pasiva, que es el único uso que, en adelante, tendrá este gigante que nunca volverá a ser el cerro fuerte que proporcionó parte del material con el que se construyó la ciudad.

Actualmente, 551 familias están afectadas.Estas vivian en los barrios Cerro del Diamante, San Antonio del Mirador y Santa Helena, que desaparecieron por completo, y del Espino, Mirador de la Estancia, El Rincón del Porvenir, Los Tres Reyes, San Rafael Altos de la Estancia, Carbonera II , Santa Viviana Vista Hermosa y Santa Viviana y Santo Domingo.

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